sábado, 25 de febrero de 2012

Carnavales del 2007 al 2012


2010

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2011 Sede Catamare






2011 Sede Catamare

2011  Sede Catamare

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viernes, 17 de febrero de 2012

                         El Cuento del Árbol Mágico.

  Hace mucho tiempo, un niño paseaba por un prado en cuyo centro encontró un árbol con un cartel que decía: soy un árbol encantado, si dices las palabras mágicas, lo verás.

  El niño trató de acertar el hechizo, y probó con abracadabra, tan-ta-ta-chán, supercalifragilisticoespialidoso y muchas otras, pero nada. Rendido, se tiró suplicante, diciendo: “¡¡por favor, arbolito!!”, y entonces, se abrió una gran puerta en el árbol. Todo estaba oscuro, menos un cartel que decía: “sigue haciendo magia”. Entonces el niño dijo “¡¡Gracias, arbolito!!”, y se encendió dentro del árbol una luz que alumbraba un camino hacia una gran montaña de juguetes y chocolate.

   El niño pudo llevar a todos sus amigos a aquel árbol y tener la mejor fiesta del mundo, y por eso se dice siempre que “por favor” y “gracias”, son las palabras mágicas. 
                             
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                                La varita gastada.



  Iba una vez un niño por el bosque buscando fruta, y tanto buscó y buscó que llegó la noche y se perdió. Estuvo dando vueltas durante mucho tiempo, hasta que a lo lejos escuchó un gran alboroto. Se acercó y descubrió que el ruido procedía de una pequeña casita donde brillaba una luz, y pensó en pasar la noche con aquella gente.

  Llamó varias veces, pero como nadie abría la puerta y seguía habiendo un ruido enorme, decidió entrar. Al instante, se hizo un gran silencio, y se encontró con miles de ojos que le miraban asustados: vasos, espejos, cuadros, sillas… ¡todo en aquella casa estaba vivo! ¡y le miraba!

- Buenas noches – dijo el niño.

Y de nuevo comenzó un alboroto enorme de respuestas y alegria:

- Uff, qué miedo – oyó que decían algunos

- Bah, es sólo un chiquillo- escuchó a sus espaldas. Y el molesto ruido de voces siguió por un buen rato….

- ¡¡¡Silencio!!! – gritó harto de tanto ruido el niño – ¿dónde estoy?

Y nuevamente respondieron todos a la vez.

- ¡¡ Callaos, por favor!! – suplicó. – Tú, la mesa, por favor, contesta, ¿quién manda aquí? ¿y por qué estáis todos vivos?

- Aquí mandaba esa varita mágica que está junto a tus pies, pero ya no le queda nada de magia, la repartió entre todos.

  Efectivamente, una pequeña varita a sus pies era el único objeto que no parecía estar vivo. Comprendiendo que aquel era el origen de tal desorden, pensó en tratar de arreglarlo.

- ¿Y no os da vergüenza ser tan egoístas? ¿por qué no le devolvéis un poquito de su magia?

  Un pequeño murmullo egoísta empezaba a llenar la habitación, cuando el viejo espejo susurró, “vale, de acuerdo”, y haciendo una gota dorada con uno de sus ojos, la dejó caer sobre la varita, que comenzó a toser un poco.

- ¡Está viva! – se alegró un libro. Y también le dio su gotita dorada de magia.

  Y así, todos fueron cediendo parte de su magia a la varita, que recuperó un aspecto brillante y divertido, adornado con cientos de colores. Y llena de alegría fue a posarse en la mano del niño, que al momento se cubrió con una nube de estrellas para aparecer vestido de mago. Y así fue como aquel niño se convirtió en el mago del bosque, y con alegría y sabiduría siguió animando a todos a compartir lo que tenían.